24.6.09

Humo

A veces, durante las noches de invierno, cuando la lluvia confunde las fronteras del tiempo, alguien deja entreabiertas las puertas del paraíso. Es entonces cuando la niebla sale lentamente con olor a humo y vierte por todos lados pequeñísimas gotas de eternidad.
Como animales salvajes, los naranjos beben enloquecidos su esencia dulce y la mezclan en la savia con su veneno verde.
En la vieja aldea china de Es Thi Ghia, cerca del río Le-Te, el anciano Kha Hron Te cuenta que, durante los primeros días de primavera, los naranjos abren sus puños de nácar y conceden a los hombres el escaso aliento de la inmortalidad, pero solo el leve instante que el humo tarda en borrarse del cielo.

P.D.: Juan Antonio, lo prometido es deuda. Hice lo que pude.

8 comentarios:

  1. El relato te hace sentir la niebla a tu alrededor, me recuerda a un libro de Cuentos Chinos con el que crecì

    Muy bueno

    Saludos

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  2. Lo guardaré para invierno y lo leeré un día de lluvia.
    Un abrazo!!
    Rubén.

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  3. Muy halagado por la dedicatoria. Lo que has podido es mucho, amigo, mucho. Un abrazo agradecido: esto sí que es un regalo para el día de san Juan.

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  4. Quillo, regálame algo, que me da envidia.

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  5. A mi también me da una envidia...

    Y cochina, eh. Y cochima.

    Felicidades, una belleza.

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  6. Genial. Es difícil crear una imagen atmosférica tan delicada.

    Un saludo

    Jesús Domínguez

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  7. Precioso, Miradme al menos. Lo cierto es que hasta que no lo leí por segunda vez no di cuenta de las referencias a Estigia, Lete y Caronte.
    Un saludo
    Isamar

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  8. Muchas gracias a todos por vuestras palabras. Lo cierto es que me dan mucho ánimo para seguir escribiendo.
    En cuanto a los regalos, ya veremos lo que podemos hacer. La crisis es muy mala.
    Un saludo para ti, Isamar.

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