28.11.10

Ramón y Cajal, el bloguero

Hace poco cayó en mis manos un libro que dormía el sueño de los justos en una estantería de la biblioteca de mi instituto. Lleno de polvo, amarillento, me lancé a la aventura de leerlo. Me dio la sensación que la persona que lo registró allá por los años 60, debió de ser el último que lo abriera.
El ejemplar, de pequeño tamaño y con una cubierta de piel roja, pertenece al Nobel Santiago Ramón y Cajal. Charlas de café es una obra escrita en 1921 que posee, para mi gusto, una gran modernidad. Tanto la estructura de textos breves como su temática amena encajarían perfectamente en el universo del blog.
Los textos o, casi mejor, entradas se organizan temáticamente en bloques unitarios (amistad, amor, literatura, educación, etc.). Como reza en el prólogo, se trata de una colección de fantasías, divagaciones, comentarios y juicios, serios o jocosos, nacidos en la atmósfera de café.
Pese a que algunos textos puedan resultar distantes ya que reflejan preocupaciones y visiones de otra época (especialmente en la visión de la mujer), el libro es muy ingenioso, humano y, a la vez, divertido.
Las visiones estereotipadas del científico como un ser ajeno a su propio mundo se derrumban al comprobar tanto la profundidad y variedad de temas abordados, como la preocupación por todo lo relativo al lenguaje. Alguna crítica deberíamos hacernos por la excesiva parcelación de saberes de nuestra sociedad.
Os dejo algunas perlas de don Santiago.

1. Hay personas por todo extremo excelentes y respetuosas; respetarán tu mujer, tu honra y tu dinero; todo menos una cosa: tu tiempo.

2. El primer amor del hombre —amor de mariposa— tiene por objeto la flor. El segundo mucho más avisado y práctico —amor de gorrión o de gorrón, como diría un aficionado a los retruécanos cursis—, solo pica en el fruto.

3. Obedecer al amor es mostrarse sensible a la voz angustiosa de los gérmenes que piden turno en el banquete de la vida.

4. El beso que los poetas consideran como sublime conjugación de dos almas, no es para el científico sino un simple intercambio de microbios labiales.

5. A la manera del globo cautivo, el hombre culto se perdería en el azul si la mujer, que representa el lastre y la cuerda, no tirara prudentemente hacia abajo.

6. Hay en los besos apasionados de ciertas hembras sensuales un no sé qué de amenazador y salvaje. Recuerdan el feroz transporte amoroso de arácnidos e insectos. En la frase vulgar te comería late quizá un vestigio de ancestral canibalismo.

7. Poco vales si tu muerte no es deseada por muchas personas.

8. Por lo general, solo son sinceras las opiniones expuestas en las tertulias íntimas, formadas por escasas personas. En cuanto hay galería y teatro, todos somos un poco histriones (Oh, Mercuriales).

9. Es difícil ser muy amigo de los amigos sin ser algo enemigo de la justicia.

10. Te quejas de las censuras de tus maestros, émulos y adversarios, cuando debieras agradecerlas; sus golpes no te hieren, te esculpen.

11. Como la espada de un buen temple, la obra literaria debe forjarse en caliente, limarse en frío y probarse en duro, es decir, en el blanco de la oposición y la controversia.

12. Somos tan ególatras, que cuando leemos, no buscamos en el texto al autor, sino a nosotros mismos. Admiramos solamente los pensamientos que coinciden con los nuestros o que se incorporan fácilmente a las doctrinas asimiladas durante nuestra juventud.

13. Escribir de corrido expone casi siempre a sentirse corrido de escribir.

14. Ocurre con los adjetivos lo que con los billetes de Banco: se deprecian día a día.

15. En materia de arte no importa el modo, sino la moda.

16. Compramos ciertos libros para adoctrinarnos; otros, para censurar al autor, algunos, ñoños y sosos, para la familia, y en fin, la mayoría, para que abulten y decoren la biblioteca.

17. En cada lector conviven un hombre, un tigre y un mono. Quienes anhelan honra escriben para el hombre; los ansiosos de dominio se dirigen al tigre, y, en fin, los codiciosos o hambrientos divierten al mono.

18. El silencio de los envidiosos es el mejor elogio a que pueda aspirar un autor.

Santiago Ramón y Cajal: Charlas de café. Pensamientos, anécdotas y confidencias. Aguilar. 1967.

22.11.10

Rendajos visionarios

Seguramente, en la ciudad se pierde mucho el tiempo –pensaba el Mochuelo- y, a fin de cuentas, habrá quien, al cabo de catorce años de estudio, no acierta a distinguir un rendajo de un jilguero o una boñiga de un cagajón. La vida era así de rara, absurda y caprichosa. El caso era trabajar y afanarse en las cosas inútiles o poco prácticas.
Miguel Delibes: El camino. Destino.

21.11.10

Microrrelato publicitario

Con frecuencia, dada la proliferación de contenidos publicitarios, pasan inadvertidos algunos mensajes de gran calidad. Os dejo un ejemplo:


 Os aseguro que lo que se dice es cierto.

9.11.10

Otoño

Engalanado con el plumaje del viento, el otoño, ese Hamelin de pies invisibles, entona su inexorable partitura del tiempo. Soplo a soplo, hoja a hoja, arrastra los últimos suspiros de luz, desnuda el verde engaño de la vida y deja tras sí un rastro lacónico de silencio.