28.2.12

Salamanquesa

salamanquesa.

(Alteración de salamandra, a la que el vulgo atribuía poderes maléficos, por influjo del nombre de la Universidad de Salamanca, que, según la creencia popular, era sede principal de actividades nigrománticas).


Aclaro que esta etiqueta, dedicada habitualmente a los valores líricos de los lexicógrafos que elaboran el Diccionario de la RAE, posee hoy un evidente valor narrativo.

22.2.12

Jóvenes y animales


Pensaba que estaban lejos mis tiempos de terrorismo cafre en los que estallaban hormigueros con petardos de una peseta o, cuando  descendía en aquellos pozos secos y capturaba algún murciélago al que ataba un petardo encendido con hilo y luego, al volar, le destrozaba sus “alas” membranosas. Cosas de niño, pero de niño cabrón, lo reconozco.
Ayer, unos chavales del instituto encontraron un murciélago extraviado en la pista de baloncesto. Nadie se atrevió a cogerlo aunque todos deseaban ayudarlo a que viviera, a que pudiera volar. Uno de ellos buscó una caja de cartón y, como pudo, se lo llevó al profesor de Educación Física. El profesor, un hombre de campo, lo sujetó con cuidado avisando al resto de la peligrosidad de sus mordeduras y de las enfermedades que pueden llegar a transmitir. Ante el asombro general, examinó su cuerpo en busca de una posible herida o fractura: extendió sus alas, abrió su boca con el capuchón de un bolígrafo Bic –entonces comprendí la verdadera finalidad de su diseño– con la intención de mostrarnos sus dientes tan diminutos como agudos. Sin duda, un animal hermoso pese a su aparente fealdad.
-No os preocupéis –nos dijo–. Me lo llevaré a mi casa y esta noche, cuando el animal esté más tranquilo, lo soltaré en el campo.
La actitud civilizada tanto del profesor como de los alumnos me movió la conciencia: los tiempos han cambiado. Estos jóvenes van la vida de forma distinta, pero más humana. Ahora los niños siguen siendo cabrones, pero en menor medida en cuanto a los animales se refiere. La distancia de nuestra sociedad predominantemente urbana, la influencia del cine, de las narraciones audiovisuales han humanizado de algún modo el reino animal al que se le concede un aspecto más idealizado y artificial. Al menos, lo parece.

15.2.12

Poema inacabablemente inacabado

Desempolvo en esta ocasión un viejo poema que azarosamente ha vuelto a mis manos tras haberlo olvidado entre las páginas de un libro.

Hoy es once de febrero:

Amarillas entre el azul de febrero,
las mimosas aceleran su paso
y nos recuerdan el fin del invierno.

Habitan tras los cristales de un bar
el silencio, el viento, el frío…
y el recuerdo de un Ulises
que mira sus manos zurdas
y que espera abrir
las puertas de Ítaca,
entre declinaciones y semillas,
en la inmensidad de un ronco
vacío que acuchilla las sienes
y las palabras.

Sol de hielo, de puñal escondido
en el final de la vida.

Un día abriremos las puertas,
tú y yo, cavaremos la tierra
y liberaremos palomas
que roben al aire
arcádicos vuelos.

Alcalá de Guadaíra, 11 de febrero de 2003.

7.2.12

Ronquidos


   Mientras el silencio mantiene el orden, tan solo se escucha la cuchilla implacable de los relojes que, con una perseverancia exasperante, cercena filo a filo la inagotable tropa de segundos. Únicamente el grifo, con su lento revólver, y la valentía del viento, que roza su lomo contra las ventanas, se atreven a desafiarlos.
  Pero, a veces, de noche, una máquina amenazante detiene tanta muerte injusta: una piedra que roza sus uñas contra el miedo, que silba entre cuchillas, el ronco ruido de una sierra que corta los tableros de la vida y luego resopla sus virutas sobre la tierra hozada del sueño.

6.2.12

Las noches, en fin...

Vivir es difícil, tú ya sabes: encajar golpes y poner cara de tonto, esperar que todo pase para que acabe siendo igual, desear verte, buscarte, ser como eres y, luego, nada. Es difícil, sí, muy difícil, pero dicen que al final todo es sencillo. Ah, ya se sabe, nadie lo explica. Levantarte de noche, respirar, ser digno de ti, saborear la vida, escupir el veneno y sorber el vino claro. Es difícil, ¿cómo explicarlo?, como contar tus miserias a esta farola que apenas me alumbra.