19.6.14

Fin de curso



Ábranse las aguas, ciérrense los libros –que no los grifos- que ha llegado el fin del mundo.
Ocúltense carpetas, despedácense exámenes y esquemas fechos a punta de lanza, que ha llegado el fin del mundo.
Desgárrense afectos, hostilidades y miradas mordidas, que el sol del verano purificará los cuerpos y lo que quede de las almas. Que ha llegado el fin del mundo.
Despídanse, abrácense, que la vida pondrá olvido en nuestras caras, pereza en nuestras mentes, indiferencia en los recuerdos, que ha llegado el fin del mundo.

10.6.14

El Beagle de Juan Luis Arsuaga


Fotografía: Universidad Complutense de Madrid

Con mecánica de navegante, unos dedos examinan, miden y, tal vez, imaginen bóvedas, curvas y relieves: una arquería de huesos fondeada en el beagle oscuro de una cueva.
Allí, la vida se revela en milímetros: desde la marfileña blancura de unos huesos que perdieron su cadencia bípeda hasta la oquedad de un cráneo que jamás pensó nuestros días.
La vida habitó esta misma playa que ahora cubren piedras, tierra y esquirlas, y en donde, sepultados sobre el légamo de los años, se dispersan átomos, mitocondrias y ADN.
Tras ellos, Arsuaga navega con viento lento e incluso se sumerge en las remotas certezas que confirman que, bajo la escafandra del tiempo, siempre fuimos los mismos que ahora elucubramos sombras y símbolos tras la luz de una linterna.
Arsuaga sabe que la vida se alimentó de la imaginación, de la amistad, de las alianzas, de la guerra y la muerte; que sobrevivió al dolor del parto, al fuego de la superación, al veneno de los placeres.
Arsuaga expone, argumenta y, como círculos en el agua, superpone especies, conductas, estrategias e hipótesis… También pasión, conocimiento y dudas, muchas dudas, tantas que lo hacen más humano.