31.12.10

Tarará

Tarará-tarará tarará-tatá, tarará-tarará tarará  tatá-tatá ta tá… Sí, señor, la marcha Radetzki. Llevo todo el día tatareándola. No hay manera de quitármela de la cabeza. Estoy contento, lo admito. A diferencia de la Nochebuena que me entristece, la de hoy es una de las noches que más me gustan del año. Ya os podéis imaginar: el ambiente festivo, la alegría, la familia, los sketchs de José Mota, las sensaciones extrañas de Año Nuevo y, sobre todo, saber que ya quedan menos cenas, todo un alivio.
En fin, ya que en Navidad no os felicité por el motivo ya expuesto, aprovecho estas líneas para desearos un año lleno de salud, amigos y trabajo. Lo demás vendrá solo, si ZP no lo impide.
Del mismo modo, me comprometo a hacer los deberes todos los días y darle vida a este blog tan guadianesco. Lo dicho: Tarará-tarará tarará-tatá

17.12.10

Benny Goodman y Peggy Lee

Dejo atrás una semanita atroz. Por fin parece que el horizonte empieza a despejarse de exámenes, evaluaciones y compromisos varios. Para celebrarlo, os dejo un vídeo antológico que refleja la frecura y la libertad de la música en directo. Es una gozada disfrutar tanto de la sonrisa fe Peggy Lee como de la altivez desenfadada de Goodman.

8.12.10

Esther



Hilo de luz
que se hunde en lo hondo
de las estrellas.

(ya sabes, se me olvidó otra vez comprarte algo)

28.11.10

Ramón y Cajal, el bloguero

Hace poco cayó en mis manos un libro que dormía el sueño de los justos en una estantería de la biblioteca de mi instituto. Lleno de polvo, amarillento, me lancé a la aventura de leerlo. Me dio la sensación que la persona que lo registró allá por los años 60, debió de ser el último que lo abriera.
El ejemplar, de pequeño tamaño y con una cubierta de piel roja, pertenece al Nobel Santiago Ramón y Cajal. Charlas de café es una obra escrita en 1921 que posee, para mi gusto, una gran modernidad. Tanto la estructura de textos breves como su temática amena encajarían perfectamente en el universo del blog.
Los textos o, casi mejor, entradas se organizan temáticamente en bloques unitarios (amistad, amor, literatura, educación, etc.). Como reza en el prólogo, se trata de una colección de fantasías, divagaciones, comentarios y juicios, serios o jocosos, nacidos en la atmósfera de café.
Pese a que algunos textos puedan resultar distantes ya que reflejan preocupaciones y visiones de otra época (especialmente en la visión de la mujer), el libro es muy ingenioso, humano y, a la vez, divertido.
Las visiones estereotipadas del científico como un ser ajeno a su propio mundo se derrumban al comprobar tanto la profundidad y variedad de temas abordados, como la preocupación por todo lo relativo al lenguaje. Alguna crítica deberíamos hacernos por la excesiva parcelación de saberes de nuestra sociedad.
Os dejo algunas perlas de don Santiago.

1. Hay personas por todo extremo excelentes y respetuosas; respetarán tu mujer, tu honra y tu dinero; todo menos una cosa: tu tiempo.

2. El primer amor del hombre —amor de mariposa— tiene por objeto la flor. El segundo mucho más avisado y práctico —amor de gorrión o de gorrón, como diría un aficionado a los retruécanos cursis—, solo pica en el fruto.

3. Obedecer al amor es mostrarse sensible a la voz angustiosa de los gérmenes que piden turno en el banquete de la vida.

4. El beso que los poetas consideran como sublime conjugación de dos almas, no es para el científico sino un simple intercambio de microbios labiales.

5. A la manera del globo cautivo, el hombre culto se perdería en el azul si la mujer, que representa el lastre y la cuerda, no tirara prudentemente hacia abajo.

6. Hay en los besos apasionados de ciertas hembras sensuales un no sé qué de amenazador y salvaje. Recuerdan el feroz transporte amoroso de arácnidos e insectos. En la frase vulgar te comería late quizá un vestigio de ancestral canibalismo.

7. Poco vales si tu muerte no es deseada por muchas personas.

8. Por lo general, solo son sinceras las opiniones expuestas en las tertulias íntimas, formadas por escasas personas. En cuanto hay galería y teatro, todos somos un poco histriones (Oh, Mercuriales).

9. Es difícil ser muy amigo de los amigos sin ser algo enemigo de la justicia.

10. Te quejas de las censuras de tus maestros, émulos y adversarios, cuando debieras agradecerlas; sus golpes no te hieren, te esculpen.

11. Como la espada de un buen temple, la obra literaria debe forjarse en caliente, limarse en frío y probarse en duro, es decir, en el blanco de la oposición y la controversia.

12. Somos tan ególatras, que cuando leemos, no buscamos en el texto al autor, sino a nosotros mismos. Admiramos solamente los pensamientos que coinciden con los nuestros o que se incorporan fácilmente a las doctrinas asimiladas durante nuestra juventud.

13. Escribir de corrido expone casi siempre a sentirse corrido de escribir.

14. Ocurre con los adjetivos lo que con los billetes de Banco: se deprecian día a día.

15. En materia de arte no importa el modo, sino la moda.

16. Compramos ciertos libros para adoctrinarnos; otros, para censurar al autor, algunos, ñoños y sosos, para la familia, y en fin, la mayoría, para que abulten y decoren la biblioteca.

17. En cada lector conviven un hombre, un tigre y un mono. Quienes anhelan honra escriben para el hombre; los ansiosos de dominio se dirigen al tigre, y, en fin, los codiciosos o hambrientos divierten al mono.

18. El silencio de los envidiosos es el mejor elogio a que pueda aspirar un autor.

Santiago Ramón y Cajal: Charlas de café. Pensamientos, anécdotas y confidencias. Aguilar. 1967.

22.11.10

Rendajos visionarios

Seguramente, en la ciudad se pierde mucho el tiempo –pensaba el Mochuelo- y, a fin de cuentas, habrá quien, al cabo de catorce años de estudio, no acierta a distinguir un rendajo de un jilguero o una boñiga de un cagajón. La vida era así de rara, absurda y caprichosa. El caso era trabajar y afanarse en las cosas inútiles o poco prácticas.
Miguel Delibes: El camino. Destino.

21.11.10

Microrrelato publicitario

Con frecuencia, dada la proliferación de contenidos publicitarios, pasan inadvertidos algunos mensajes de gran calidad. Os dejo un ejemplo:


 Os aseguro que lo que se dice es cierto.

9.11.10

Otoño

Engalanado con el plumaje del viento, el otoño, ese Hamelin de pies invisibles, entona su inexorable partitura del tiempo. Soplo a soplo, hoja a hoja, arrastra los últimos suspiros de luz, desnuda el verde engaño de la vida y deja tras sí un rastro lacónico de silencio.

11.10.10

Saldando deudas

Este verano en un pub de Killarney (al suroeste de Irlanda), después de la tercera pinta de cerveza Harp, un grupo de música tradicional irlandesa detuvo su interpretación para preguntar si había por allí algún español. Lógicamente mi familia se identificó con orgullo —pensad que España había ganado el Mundial dos días antes. A continuación nos dedicó una canción que nos supo a gloria. Pese a que su pronunciación era demasiado dialectal, podían entenderse numerosas palabras en español con indudables connotaciones políticas.
Pasado el tiempo pude conocer que la canción se denominaba “Viva la quinta brigada”,  que el autor era Christie Moore y que homenajeaba a los irlandeses que combatieron en la Guerra Civil del lado republicano, aunque también aludía a los que se decantaron por las fuerza franquistas.
Pero la fortuna quiso que en la última tertulia mercurial asistiera como invitado Antonio Rivero Taravillo, un enamorado de la cultura irlandesa además de un magnífico traductor de poetas irlandeses tanto en inglés como en gaélico.
Cuando le hablé de Moore, éste me respondió con la sorpresa de quien es interrogado por una evidencia: Hombre, claro, Moore... Te digo más, el título es incorrecto. Tendría que haberse llamado la decimoquinta brigada
Es obvio que en la vida no se puede conocer todo, pero la sensación de haber llegado tarde o perderte algo importante no la acabo de superar. A fin de cuentas, este deseo siempre insatisfecho de conocer y aprender es lo que, a la larga, nos hace mejores.
Relatada la pequeña intrahistoria de esta canción y en devolución al regalo de aquellos irlandeses desconocidos, os dejo un vídeo del maestro Moore. Podéis leer la letra y su traducción aquí.

7.10.10

Cumbres borrascosas

Hace unas semanas les presenté a mis alumnos de 4º de ESO el plan lector para el nuevo curso. Previamente, analicé el funcionamiento de las lecturas de años anteriores y la necesidad de incorporar otras alternativas que integren el currículo con la lectura juvenil. Pues bien, tras presentare los libros, una alumna me preguntó si podía leerse Cumbres borrascosas de Emily Brontë. La pregunta me dejó un tanto perplejo, pues la obra no era aparentemente nada actual y además les ofrecía una sugerente veintena de alternativas tanto clásicas como juveniles. Tras comprobar que la edición era adecuada, le permití que se lo leyera. He de decir que, siempre que sean razonables, acepto las nuevas propuestas.
Pero la curiosidad se disparó cuando, días más tarde, dos nuevas alumnas —una de ellas la mejor de la clase— me realizaron la misma petición con idéntica respuesta.
Tras indagar entre mis compañeros de departamento, me entero que Bella, una de las protagonistas de Eclipse (Crepúsculo), relee dicha novela. Igualmente me dicen que Luna Nueva se inspira en Romeo y Julieta y Crepúsculo, a su vez, en Orgullo y Perjuicio de Jane Austen.
Aunque sean lecturas de moda que caducarán pronto, suponen un estímulo y una curiosidad que con el tiempo les permitirá convertirse en lectores críticos. Recordemos, en este sentido, lo sucedido con la saga de J. K. Rowling. Pese a las quejas constantes hacia los jóvenes, nos encontramos ante una de las generaciones más lectoras que hemos tenido en España. El esfuerzo de padres y profesores está dando sus frutos.

5.10.10

Apuntes diarios

El profesor de fagot es joven, jipilón, muy didáctico y, sin él saberlo, poeta.
Siempre que acompaño a mi hija a sus clases, aprendo algo de música, aunque en el fondo no es otra cosa que poesía, la madre de todas las artes.
Independientemente de la técnica de las manos, de la posición del cuerpo y de la boca —algo a lo que no hace concesión alguna—, su punto fuerte surge cuando llegan los matices expresivos: el porqué de la música, el no sé qué de la física que el músico ha de interpretar con intuición de meteorólogo, el ritmo, la continuidad de los silencios, el arte y la técnica, el dos más dos (que rara vez es dos), el pensar en la música y no solo producir música. Si supiera de métrica, afirmaría que once sílabas no constituirían un endecasílabo o, al menos, no sólo así.
Lógicamente, para aprender es necesaria la curiosidad de estar abierto al mundo, pero si, además, contamos con la valiosa ayuda de una artista que utiliza la reflexión artística tanto para interpretar la vida como para luchar contra las limitaciones propias y ajenas, el proceso resulta mucho más placentero y fructífero.

La clase está a punto de acabar y el fagotista, como buen poeta, arrincona el tiempo cronológico en manos de una cohorte de sibemoles y blancas con puntillo. Finalmente remata la lección con una frase tan clásica como real: “Uno aprende escuchando”. ¿Nos suena?

8.9.10

Raindrop

(F. Chopin contempla el mar en su retiro mallorquín. Es el invierno de 1838 y la tuberculosis le ahoga la garganta. Acompañado y cuidado por su amada George Sand, espera con desesperación la llegada de un piano desde Francia. Mientras que la lluvia no cesa de caer, compone sus Preludios).

Anochece en el arco voltaico de un piano, mientras una tos convulsa quiebra la escritura de unos dedos frenéticos.
A lo lejos, una luz en el puerto mueve su lumbre de viento. También la luz suena en el silencio, entre Dios y los hombres, en el on y off de la noche y de la tarde.
Sobre la arena en sombra, manos blancas alisan el horizonte. La música ya no es música, es un chasquido en el agua, un salpicar de olas negras que se levantan y se detienen.
Rehén del infinito, sabe que Dios lo escucha pero que también se calla.
Arena y agua, viento y dedos que tiemblan, que lloran, que buscan en el mar, en la arena, en las sombras, una luz que se apaga, el ancla de un dios silente.
-Si he de morir, que sea sobre un piano, cubierto por la espuma blanca y negra de un teclado.

9.7.10

Pregunta


 Fotografía de Ramón Simón

¿Quién escribe inclinado,
subraya, tacha,
admira, se interroga,
y se olvida en la luz
última de la tarde?


14.6.10

Hormigas

Fotografía de Ramón Simón

Ruido en las tripas de la tierra: una larga hilera de hormigas sueña en mitad del tiempo. Abducidas por las entrañas del horizonte, ven pasar, como en un cuadro torcido, el sol de la tarde, el calor de los recuerdos, la vida en el encuadre fijo de la arena.

3.6.10

Maldiciones

Orfeo, al volver la vista, comprobó que todo estaba perdido. Ella se desvaneció en una nube de rostros. Fue demasiado tarde: equivocarse de estación y sin móvil. ¡Acaso los infiernos tuvieran razón!

28.5.10

Cruce de caminos

Un niño viaja a la ciudad. Tiene diez años y se siente expectante ante su nuevo destino. La luz extraña de un día nublado le sugiere que ha salido de un sueño de calles blancas y ha iniciado otro. Mientras mira, su pueblo se diluye en los ojos y se transfigura en sensaciones placenteras, en apariencias sugerentes y excitantes.
El futuro que le ha de venir —piensa— tendrá forma de cristalera, de superficies rectilíneas, de personas que circulan con velocidad de autómata. ¡Es tanto lo que se puede hacer!
Como un búmeran, el túnel del tiempo lo devuelve al mismo sitio. Ahora, el futuro ha pasado o, al menos, eso le confiesa la luz de la tarde.
El mismo lugar y los mismos ojos, frente a frente: el niño contra el hombre y la ilusión mordida del presente.

23.5.10

Explicaciones


Mirador de la Padrona y Puerto Quejigo.


Después de publicar la anterior entrada, Sofía me tiraba de las orejas y me reprochaba que la imagen del lobo que utilizaba no fuera la adecuada. Por mi parte, reconocía que tenía razón, que el lobo es un animal noble que tanto la tradición popular como la literaria lo habían demonizado. A fin de cuentas son estereotipos que se crean y que difícilmente pueden eliminarse.

Ayer por la tarde (¡Bendita coincidencia!), en la carretera que va de Cazalla de la Sierra a Real de la Jara (51 kilómetros de curvas y contracurvas rodeados de un impresionante bosque mediterráneo), se me apareció el lobo.

Allí, lejos del mundo, asomado a un valle verde y áspero, me pedía explicaciones. Yo simplemente las transmito.

P.D.: Perdonad la calidad de la fotografía. Me quedé sin batería y tuve que echar mano al móvil.

17.5.10

Lobos


Ana es educada, guapa e ingenua, torpe pero trabajadora, también anoréxica aunque lucha contra la enfermedad con vehemencia.


Una parte numerosa de su clase, como una manada de lobos, al percibirla diferente—mejor incluso que ellos—, la ataca una y otra vez en busca de una debilidad que les permita derribarla y finalmente aniquilarla. Se trata de un espectáculo atávico, sin más sentido que la celebración de su inferioridad moral.

La presa, que es más fuerte que ellos, más firme, más constante, escapa con recelo entre colmillos de doce años. Saben que en el camino encontrarán nuevas víctimas que satisfagan su mediocridad.

11.5.10

Tardes en Sebastopol

Cualquier viaje acaba en uno mismo. Los demás son compañeros que se bajan en la estación que menos te esperas y que, a veces, les tienes que pagar el billete.
Hay quien ni siquiera se mueve del andén, esperando que la vida lo invite a subir. Otros, en cambio, creen que la vida es el tren o el billete, metáfora de lo que puede ser, o la estela que deja en los ojos al ver que se va, que huye en una máquina hecha con los hierros torcidos de los sueños.
Los hay que prefieren ser vacas que miran la serpiente ruidosa y momentánea de los otros. Saben que siempre habrá yerba que pacer o un lugar donde posar sus patas.
Al final, todo es viaje: elegir un destino, como cuando abría los ojos en el abismo negro de un túnel… y creía estar dentro de mi madre, esa ciénaga honda del tiempo.

*

La tarde es lo mejor de Sebastopol. Tras el acostumbrado (cuando no obligado) “waxt”, una especie de teto pero sin parar, la gente sale a la calle para suavizar los ardores del juego.
Las cafeterías y los parques se pueblan de conversaciones, suspiros y promesas que todos saben resultarán incumplidas, pero que suenan bien y las expresan mejor.
La imaginación de los sebastopolitas es tan vasta como encendida. Tal vez, por ello, los escritores apenas poseen reconocimiento público. Cualquiera de ellos escribiría una epopeya al desayunar y una elegía al dormir. Todo dependerá de su estado de ánimo o de si se ha perdido su sesión de waxt. Es natural.

8.5.10

Lejanía

A veces, para verte de cerca es necesario alejarse. En el camino todo es arena, desierto, confusión: tú ya no eres tú, tus padres son tus hijos, tus palabras pertenecen a otros.
Cuanto más lejos, más perdido, más solo, más dentro.

P.S.: Saludos desde Sebastopol. Ya os traeré una de esas camisetas que están tan de moda:  I love Sebastpol.

16.4.10

Los buenos

Frase lapidaria del peluquero de mi mujer, un homosexual encantador, trianero, cofrade, feriante y rociero en trámites de divorcio: "Ni los buenos son tan buenos,  ni los malos son tan malos".

14.4.10

Jinetes on the storm

En el viejo radiocasete Sanyo que mi padre trajo de Ceuta (con sonido mono por supuesto) sintonizaba las emisoras más interesantes. Cuando estaba preparado, le daba al enorme botón rojo y grababa las canciones que más me gustaban. Con frecuencia desconocía a quiénes pertenecían y cuáles eran sus títulos. Daba igual, a mí me gustaban y con eso bastaba.

En ocasiones alcanzaba a saber el título de la canción y, como mi oído para los idiomas es como es, con la ayuda de la melodía y mi imaginación me inventaba lo qué decía. Recuerdo que, con suerte, algún amigo te pasaba la fotocopia –de ínfima calidad- de la letra de alguna canción. Así, por ejemplo, conocí el apego a lo “maligno” de los Rolling.

Ahora que la vida me concede algo de tiempo, es fácil buscar canciones y letras. Pero ahí viene el problema. Las canciones que habías idealizado y cantado hasta la saciedad, resulta que, al leer su contenido, te das cuenta con horror que son absolutamente primarias, por no decir patéticas.

Eso mismo me ha ocurrido hace poco al leer la letra de “Riders on the storm” de los Doors. Se trata de una canción que, por su ritmo cadencioso o por los efectos sonoros tan especiales, me consigue sumergir en un mundo absolutamente mágico, casi onírico.

Mientras que la he vuelto a oír, he ido escribiendo lo que sigue.



El jinete cabalga bajo la tormenta:


barro, sudor y un estribo candente.


Bajo el cielo, todo parece enorme, gigante.


Resuena, truena, estalla el valle,


también su cabeza.


Zancada tras zancada,


el jinete galopa y galopa.


Nadie espera su rabia,


su vida al filo de un trueno.


Mientras la lluvia martillea sus ojos, anochece.


Barro, cielo, sudor.


La vida fluye en un caballo loco que desfallece.


—Sé que llegaré o qué moriré al borde del camino.


Haciendo trizas la vida,


el yugo de lo que no se tiene,


el jinete cabalga y cabalga.


Los labios mojados, la boca reseca.


Bajo la tormenta retumba el valle.


Llueve.

8.4.10

Nada más

Como un relámpago seco, la luz nace de la oscuridad y se proyecta en busca de un no sé qué que nadie sabe.

Un fotógrafo lanza una red de píxeles para atrapar el delfín de la tarde. Todo nace dentro, muy dentro, como si brotara de los ríos hondos de su frente, como si buceara por las olas broncas de sus cejas.

Luz fuera, negritud dentro.

Por un agujero mira sus ojos y no ve nada; busca la oscuridad y solo encuentra la claridad cegadora de su pecho, la barba blanca, el rumor de cartón de su piel ajada y un pañuelo de sombra que lo ancla al légamo maloliente de su propia podredumbre.

Luego, un botón: el disparo contra delfines que saltan, el silencio del tiempo detenido, el destello que se desvanece, el vacío de una cámara oscura.

Nada más.

Fotografía: Ramón Simón

18.3.10

El regalo

Supongamos que:

-hoy cumples años, 44, cosa no muy frecuente,

-que no me acordaba de la fecha y que, incluso, he tenido que hacer cuentas para saber cuántos cumplo,

-que mi hija tiene hoy una audición de coro en el conservatorio,

-que de la treintena de “castratis” y ángeles varios, ella, ante mi sorpresa, da un paso al frente y hace un “solo” maravilloso de “La noche santa”, de Fray Ambrosio Montesino (s. XVI),

-que me lo dedica a mí porque es mi cumpleaños y porque lo tenía pensado desde hace semanas,

-que me emociono como un niño chico.

P.S.: Transcribo la cita que mostraba ayer la portada del diario El Mundo: Aparte de su sangre, lo más valioso que un hombre puede dar de sí mismo es una lágrima (Alphonse de Lamartine).

16.3.10

Ojos que vienen a la luz


Antonio Machado describía la súbita llegada de la primavera con este ilustrativo pareado: La primavera ha venido. / Nadie sabe cómo ha sido.
Fiel a su poética de la vida y la muerte, recreaba el mismo tema en el poema “Pascua de resurrección” en el que, aprovechando el renacer de la vida y a modo de carpe díem (¿Julio, lleva tilde?), invitaba a las “doncellitas” a amar:

Mirad: el arco de la vida traza
el iris sobre el campo que verdea.
Buscad vuestros amores, doncellitas,
donde brota la fuente de la piedra.
En donde el agua ríe y sueña y pasa,
allí el romance del amor se cuenta.
¿No han de mirar un día, en vuestros brazos,
atónitos, el sol de primavera,
ojos que vienen a la luz cerrados,
y que al partirse de la vida ciegan?
¿No beberán un día en vuestros senos
los que mañana labrarán la tierra?
¡Oh, celebrad este domingo claro,
madrecitas en flor, vuestras entrañas nuevas!
Gozad esta sonrisa de vuestra ruda madre.
Ya sus hermosos nidos habitan las cigüeñas,
y escriben en las torres sus blancos garabatos.
Como esmeraldas lucen los musgos de las peñas.
Entre los robles muerden
los negros toros la menuda hierba,
y el pastor que apacienta los merinos
su pardo sayo en la montaña deja.

Esta mañana, sin esperármelo, como si de una representación teatral se tratara, el poema se ha revelado ante mí. Eso sí, ni era domingo ni había doncellitas en flor. Una pena. Tal vez sean los efectos colaterales de la crisis.
Al llegar a casa, una pareja de cigüeñas escribían sus blancos garabatos en el cielo azul de la mañana. 22º C en los termómetros, día claro, menuda hierba y una sorpresa en mi jardín: un pequeño erizo que acababa de salir de su letargo invernal y que, adormilado y con los ojos entreabiertos, también atónito, disfrutaba del sol de primavera. Todo un regalo de nuestra “ruda madre”.

9.3.10

Dios absoluto

Con relativa frecuencia me gusta leer a Juan Ramón Jimémez. Es una debilidad (confesable) que no puedo evitar. Además de reencontrarme con grandísimo poeta, acabo sintiendo la poesía en su verdadera esencia. Esta  es, tal vez, la mejor virtud de los clásicos.
De mi última lectura, os dejo un fragmento que no tiene desperdicio.


No creo en el dios usual, pero pienso en el dios absoluto como si existiera, porque creo que debiera existir un dios como yo lo puedo concebir. Y si lo puedo concebir ¿por qué no pensar en él aunque no exista? A mí me sería fácil crear un dios verdadero si tuviera poder material para crearlo. Concibo perfectamente lo que pudiera ser un dios de mi intelijencia y mi sensibilidad.


Cuando besamos a nuestra mujer en la boca besamos en ella la boca de dios, todo el universo visible e invisible, y el amor es el único camino de la eternidad y de dios. En realidad yo creo que no hay otra eternidad que el amor, y si sentimos la muerte como un defecto es porque nos quedamos sin acción de amor, porque nuestra boca ya no puede ponerse en contacto voluntario y dinámico con la boca del mundo.
Juan Ramón Jiménez: Tiempo y espacio, Edaf.

5.3.10

El virus de la doble tilde

Hace unas semanas que llevo luchando contra un problema en mi ordenador que me impide poner tildes correctamente a las palabras (cami´´on). Al principio creía que se había desconfigurado el idioma del teclado, pero no. Tras bichear en la red, descubro con horror que tenía el virus de la doble tilde. Por si fuera poco, un problema más para los fundamentalistas que nos empecinamos en poner tildes.
Acojonado ante la gravedad del problema, me pongo manos a la obra y le paso al cuerpo infecto de mi portátil varios antivirus, antiespias y malewares sin que los síntomas despareciesen. Por un momento, pensé que el sistema sanitario de la red funcionaba como la Seguridad Social.
Desperado ante la posibilidad de no poner tildes nunca más, me entregué al mundo esotérico de los foros, esos ámbitos crípticos, ocultos, adivinatorios donde unos oráculos desconocidos te invitan a cometer actos impensados, a ciegas diría yo, sin que nadie se responsabilice de nada de lo que pueda suceder.
Como me vi tan agobiado, me atreví a seguir a la desesperada las pautas que me daban: me registré en la página al igual que un hospital de urgencias, le inyecté un antivirus, luego un antiséptico que limpió la inmundicia de mis archivos temporales, le administré un último maleware a modo de bálsamo y aguardé a que, tras reiniciar el equipo, se reanimase su cuerpo convaleciente.
Mientras que esperaba en la sala de espera de mi cuarto, pensaba en la posibilidad de que me hubieran engañado, que todo saldría mal, que era de tontos fiarse de los desconocidos…
Al regresar, tecleo la tilde  —tensión contenida—, luego la vocal y, aleluya, funcionaba. Acto seguido, llamo a gritos a mi mujer como un gilipollas: ¡Puedo poner tildes! ¡Puedo poner tildes! ¡Puedo poner tildes!
Como podréis imaginar, la cara de asombro de mi suegra y mis hijos era todo un poema.

P.S.: Mi agradecimiento a los foreros (y en especial a este) que nos hacen la vida más fácil. Espero que tanto la Real Academia de la Lengua como el Instituto Cervantes les concedan algún tipo de premio a estas personas que luchan de modo infatigable por la dignidad de la palabra escrita.

3.3.10

Entrada triunfal

9.15h en todos los relojes. 
Chupa de cuero negro con clavos de plata, flequillo alborotado (cosas del temporal), cabeza altanera, media sonrisa en la comisura de los labios, sin picadores, público distraído. Son necesarios varios capotazos para centrar al toro de sus preocupaciones mundanas, silencio maestrante, expectación.
Sucesión de lances: Renacimiento, los clásicos, amor platónico, la eterna sinfonía de la “a” (A Dafne ya los brazos…), el paso del tiempo, la juventud, la belleza efímera, donna angelicata, Venus saliendo del mar, ojos claros, serenos, equilibrio, perfección, serenidad, Cristo de la Buena Muerte, rosa, azucena...
[Sones festivos al fondo: El gato montés]
Desproporción, caos, clavel, retorcimiento, el Cachorro…
[Murmullo de faena grande]
Locus amoenus, los hippies, la pátina del epíteto, orden, hipérbaton, líneas, la música…
[El toro, una y otra vez, sigue el engaño. Sucesión lírica de muletazos, ahora con la izquierda y por bajo. Bocas entreabiertas, jadeos de gustirrinín]
Collige, virgo, rosas, el ritmo armónico de melódicos y heroicos…
Por no hacer mudanza en su costumbre, la autoridad, pese al rechazo del respetable, me da un único aviso en forma de timbre para rematar la faena.
Cafetería, 10.40h. Puertas abiertas, miradas de asombro, paseíllo triunfal. Carmen, la camarera de pechos grandes y enhiestos, me recibe a porta gayola con un “buenos días” apoteósico.
[Ayes, muchos ayes: Ayyyy, si me dejaran…]
—Vaya cómo has entrado…
—Café con tostada, por favor.

25.2.10

Échate pallá, Sísifo



Mis primos, esos héroes de sangre, a diario desayunaban ineludiblemente un tazón de leche —aquellos de porcelana blanca— con catorce galletas María. Como yo era más pequeño, sólo alcanza a tomarme un vaso mediano con cinco galletas, por supuesto migadas. Más tarde, al crecer, me estabilicé en la nada desdeñable cantidad de siete galletas. Reconozco que recién levantado, apenas puedo tomar nada, ni antes ni ahora.
Mucho tiempo y leche (con café) después, ya esté adormilado, zombi, resacoso o enfermo, al desayunar, sin que sea necesario contar (mis dedos van solos), me tomo las susodichas siete galletas.
Supongo que a mis 43 años les habré ganado. Será por perseverar…

P.S.: La tostá a media mañana con aceite, tomate y un pellizco de sal es sagrada.

23.2.10

Atasco

Una ambulancia

abre una vía de agua

en un muro de coches

y gente que se ahoga.

16.2.10

El bola de nieve

Desde que hace unos meses mi sobrina Caro me enviara una invitación para un programa de reproducción de música (Spotify), apenas he entrado en el Yutú. Pero, casualmente, al entrar en “Estar al acecho”, un blog muy interesante que visito con cierta asiduidad, he encontrado el nombre de un cantante cubano que desconocía por completo, al menos con ese nombre, Bola de nieve. Tras indagar en su figura, os dejo un vídeo breve pero muy representativo. Si aún viviera, este músico cubano ocuparía los primeros puestos en las listas de ventas, pondría su página del feisbu a reventar y llenaría los estadios de fútbol de dos en dos. Arte, frescura, espectáculo y talento a espuertas.

15.2.10

El puñetero invierno



A este invierno le deben haber pisado el rabo. Ya pronto le levantarán el pie y saldrá despavorido a esconderse tras la parra verde de septiembre, a la espera de que el otoño se despoje de su piel dorada. La primavera, temerosa al escuchar los aullidos desesperados de este demonio de pies blancos y cabeza oscura, permanecerá escondida, pero dispuesta a mostrar de improviso su sujetador verde. Sabe que un día alguien más impetuoso llenará de voz luminosa su corazón adolescente.

Fotografía: "Lluvia sobre el techo de zinc" (Florencia Chihigaren).

11.2.10

Barbarie

Hay comportamientos que me producen una enorme rabia, demasiada, sobre todo cuando afectan a quienes están indefensos.

Esta mañana, mientras paseaba a mis dos perros, Chili y Leo, por una zona despoblada junto a una zona residencial, he sentido unos ladridos que no acertaba a localizar, ya que allí no había nadie. Este lugar estaba destinado a la construcción de viviendas, pero la crisis inmobiliaria ha hecho que quede a medio urbanizar. Trazadas las calles, delimitadas con bordillos las aceras e instaladas las diferentes tuberías, todo lo demás es un páramo de albero amarillo.
Guiado por los aullidos, me acerqué al lugar de donde creía que procedían. Allí, en una arqueta de teléfonos me encontré a dos perros que alguien había abandonado. Los animales ladraban y temblaban no sé si de frío o de miedo. Desconozco el tiempo que habían pasado encarcelados.
Tras armarme de valor, decidí meterme en la arqueta para liberarlos a pesar de su actitud defensiva. Solo conseguí acariciar a uno de ellos, que se encontraba herido. Creo que le habían rajado el lomo para quitarle el microchip que lo identificaba. El otro animal, el más agresivo, era una perra de tetas largas, estrujadas, secas también, que no dejaba ni de ladrar ni de mirar con desconfianza, pese a mi tono cariñoso y relajado. Mientras acariciaba a su compañero, su rabo se movía entre sus patas tal vez queriéndose acercar.
Su ladrido era de horror, no solo a la oscuridad sino a la vida, a lo desconocido, quizá peor de lo hubiera imaginado.

P.D.: Mi agradecimiento a la Policía Local de Alcalá de Guadaíra (Sevilla) tanto por el trato que me ha deparado, como por la diligencia que ha demostrado.

1.2.10

Boinas capadas

Recuerdo que de niño los viejos del pueblo se reunían en las esquinas, junto a la carretera, buscando el rácano sol del invierno. Allí, fieles de las horas, charlaban de “su” mundo, de sus vidas antiguas. Todos sin excepción llevaban una boina (sin acento) que los protegía del sol, del agua, del viento, de la vida. Era como un tapón de corcho (llegué a pensar que tras la tela de fieltro se encontraban sus sesos).
En aquellos tiempos preconstitucionales (cuán fatuos pueden llegar a ser los adjetivos), los viejos solían hablar con frecuencia con los niños (¿qué se fizo de la tradición oral?). Recuerdo especialmente a uno de ellos que polemizaba con vehemencia sobre cómo había de cubrirse la cabeza: “Las boinas deben estar capadas de tal modo que no quede ni rastro del rabillo (no diré cómo lo llamó)”. Según él, el mundo se dividía entre las boinas capadas y las no capadas. Sin querer, acabó explicándome por primera vez la visión de las dos españas, por supuesto irreconciliables, opuestas por oposición, por necesidad o necedad, por ideología o por genética, por huevos o por huebos.
Creo que fue Miguel Mihura en Ninette y un señor de Murcia quien lo expresó con la fina comicidad de sus comedias: hay que ser o cocidista o fabadista ineludiblemente.
Hoy apenas quedan boinas capadas. Habría que reivindicar alguna ayuda al Ministerio de Medio Ambiente para estos seres tan entrañables, tan olvidados en frías salas de luz blanca.

26.1.10

Besos

Son besos, solo besos: cuatro paredes redondas que se unen con física de hierba pisada, ángulos, cuerpos que pierden y recuperan su volumen. Así, como si nada pasara por el hilo invisible -vacío, diría yo- de quienes no perciben la usura de sentirse solos.
Son solo besos, bocanadas de certeza, naufragios de esperanza.

19.1.10

Líneas

En la luz cóncava
de la tarde, un avión
traza un surco de espuma,
una raya en el agua.

13.1.10

La hipnotizadora



Desde algún rincón de mi infancia sé que la lluvia es una hipnotizadora que, para engañarnos, se vale de sus manos frías y largas. De esta forma, vencidos por la sugestión, percibimos las gotas de cristal como islas transparentes, células que se funden en ríos hondos, imprevisibles aristas hacia abismos desconocidos. Entonces, el dios de la lluvia te devuelve, como un pez casi asfixiado, al cristal empañado por el que mirabas, al mar, a la lente oceánica de la muerte.

10.1.10

Robadora

¿Dime robadora
que te mereci?
¿Qué ganas agora?
¡Que muera por ti!
Yo siempre sirviendo,
tú siempre olvidando;
yo siempre muriendo,
tú siempre matando.
Yo soy quien t’ adora,
y tú contra mí;
¿Qué ganas agora?
¡Que muera por ti!

Anónimo: Cancionero de Uppsala.