29.11.11

Noviembre


En los micrófonos
de la tarde, un murmullo
de hojas resecas:
la vieja partitura
de un verano olvidado.

21.11.11

Olvidado jinete


Oculto entre los muros de mi casa, testigo de las olvidadas noches de verano, cabalga sobre un sendero de hojas secas el jinete más veloz de mi jardín, un solitario granado que planté hace ya muchos años. Será el primero en irse y en quedarse. Antes de que el invierno deje de morder su corteza blanca, ya habrá enseñado al sol, como en un antiguo desafío, sus yemas rojizas.
Su silueta, convertida en una imagen trepidada, emprendió hace días la cíclica carrera contra la larga nada de su esquelética arboladura. Mientras avanza, sus ramas puntiagudas parecen dibujar en el aire la órbita constante de los astros. Atrás, perdido en el camino, abandonó su fruto y con él los rojos atardeceres que se fueron, la sangre de quien persiguió infatigablemente las estrellas, de quien recibió la herida de su inmensa lejanía.

14.11.11

Once bueyes



Con la metafórica frase “los números no son bueyes que se cansen”, mi padre me desveló los aleatorios vaivenes de la fortuna, mucho antes incluso de que supiera que la realidad pudiera superar la ficción. Adivinar por qué se repiten los actos humanos, imaginar toda suerte de posibilidades, buenas o malas, resulta muy didáctico para cualquier persona, más aun cuando se es un niño.
Estos días de sorteos y de casualidades (11 del 11 del 11) me han traído su recuerdo y sus ideas sobre lo posible y lo probable, especialmente cuando su número favorito era el once. Son curiosidades, coincidencias inexplicables, repeticiones azarosas, como si un dios burlón las dispusiera, pero que de algún modo influyen en nuestras vidas. Mi padre, por ejemplo, firmaba siempre la página 111 de los libros que adquiría, nació y también murió un día 11, y nueve meses menos un día después nació mi hija. Algún buey debió de cansarse.

8.11.11

Horror gafi

Que, a los cuarenta, un jinete metálico te fustigue las ijadas de la nariz, bien podría servirte de aviso para lo que ha de venir.

Que, como un rey desnudo, veas la vida subyugado por una lente transparente que se nubla al elevar la mirada, da que pensar, y tanto.

Y que, además, necesites de su tranco corto para reconocer la gruesa piel del mundo, mejor no imaginarlo.

7.11.11

Incertidumbre


Fingiré que finjo sombras como hojas de calendario que simulan un otoño que se despluma entre las certezas de una puesta de sol que nos traiciona con un falso reflejo sobre un espejo. Fingiré, no nos engañemos.