Ábranse las aguas, ciérrense los libros –que no los grifos- que ha llegado el fin del mundo.
Ocúltense carpetas, despedácense
exámenes y esquemas fechos a punta de
lanza, que ha llegado el fin del mundo.
Desgárrense afectos,
hostilidades y miradas mordidas, que el sol del verano purificará los cuerpos y
lo que quede de las almas. Que ha llegado el fin del mundo.
Despídanse,
abrácense, que la vida pondrá olvido en nuestras caras, pereza en nuestras
mentes, indiferencia en los recuerdos, que ha llegado el fin del mundo.
Magnífico, Alonso. A disfrutar del verano, que es lo que nos piden el cuerpo y el alma a los sufridos docentes. Un abrazo.
ResponderEliminarGracias, amigo. Espero verte pronto y compartir un buen rato de conversación. Este año nos hemos vendido caros.
ResponderEliminarUn abrazo y disculpa la tardanza al contestarte. Ya sabes, es lo que ocurre todos los finales del mundo.