5.10.11

Máquinas


Alumbrando minutos y horizontes,
los relojes y los faros
son hijos del mismo dios:
el tiempo, esa fría anémona movida por la corriente.

4 comentarios:

  1. Ha merecido la pena esa espera y la inversión en deuda miradmiana. Bello y profundo.

    Un abrazo.

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  2. Yo ya no llevo reloj, pero ni por esas.
    Un abrazo

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  3. El tiempo, esa dimensión que nos envuelve y finalmente nos cede el paso a la eternidad.

    Saludos,Rubén.

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  4. La luz como rayo que no cesa.
    Los segundos pasando atropelladamente.
    Y tu poema intemporal.

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