22.11.10

Rendajos visionarios

Seguramente, en la ciudad se pierde mucho el tiempo –pensaba el Mochuelo- y, a fin de cuentas, habrá quien, al cabo de catorce años de estudio, no acierta a distinguir un rendajo de un jilguero o una boñiga de un cagajón. La vida era así de rara, absurda y caprichosa. El caso era trabajar y afanarse en las cosas inútiles o poco prácticas.
Miguel Delibes: El camino. Destino.

4 comentarios:

  1. Anda que no tenía razón Daniel. Ya me gustaría a mí diferenciar un rendajo de un jilguero y no una competencia de un contenido -hablando de cosas inútiles y poco prácticas-.

    Un abrazo.

    ResponderEliminar
  2. No os riáis, Fernando y Miradme. Quizá yo sea de los que no distinguen la boñiga del cagajón.

    Un abrazo para ambos.

    ResponderEliminar
  3. Más razón que un santo. En la ciudad abundan los mojones y los mierdas.

    Un abrazo.

    ResponderEliminar
  4. Hola

    Me llamo Felicia , soy administradora de un directorio y tengo que decir que me ha gustado tu página, me encanta el contenido que publicas, me fascina lo que escribes, muy lindo.
    Por ello, me encantaría contar con tu sitio en mi directorio, consiguiendo que mis visitantes entren también en su web.

    Si estás de acuerdo. Házmelo saber.

    Suerte con tu web!



    Mi correo es felicia.alvarado@hotmail.com

    ResponderEliminar