Una noche, mi hija se sentía tan triste por algo que le sucedió aquel día que, incluso dormida, no dejaba de llorar.
Pasado el tiempo, cuando la noto cabizbaja —cosa rara en ella, que se pasa el día cantando—, me acuerdo del poema que le escribí aquella noche. Y como hoy es un día de esos, aparco la entrada que tenía pensada y transcribo el poema.
Va por ella.
Duerme un sobresalto de niña triste,
un combate de sobrecogimiento
y un suspiro de nieve.
—Te queda la vida
en tu sonrisa de estrella,
Inés, te queda la mochila del firmamento
en tu estela de princesa.
—¡No llores más,
que un hada de arena cubrirá
tu cama con el calor del mar!
¡No llores más, Inés, no llores más!
La suerte que tienen algunos enanos de tener un papi poeta.
ResponderEliminarCreo que además, mientras más crezca, más le va a gustar.
¡Qué bonito!, ¡qué puede haber más hermoso, auténtico y verdadero que escribir un poema a un hijo/a?? Miradme, me alegro de ver que vuelves a escribir y de poder leerte. Acabo de volver de mis vacaciones y voy retomando el pulso.
ResponderEliminarUn sincero y fuerte abrazo!
Ya nunca más lloró, ¿verdad?, con un hada de arena no se puede llorar.
ResponderEliminarNo es malo llorar, es sublime.
ResponderEliminarNo sé los años que tiene Inés, pero los hijos (sobre todo adolescentes) suelen ser muy pudorosos con lo que escribimos los padres. A veces, nos leen a escondidas.
ResponderEliminarLes pasará en cuanto crezcan y les emocionará cone esas "pequeñas cosas" que nos hacen llorar cuando nadie nos ve.
Un saludo
Ese poema tuyo, su derrame de contenido amor es como una hornada (¡cuánto tiempo que no escribía esa palabra!) de sencillas emociones. Y qué grandes si son a una hija.
ResponderEliminarTu hija estará muy orgullosa de este poema y de tener un padre tan delicado.
ResponderEliminarUn abrazo
Tiene razón Javier: no es malo llorar, sino sublime.
ResponderEliminarPero ver llorar a un hijo es insufrible. Un beso, requetegordísimo y achuchao, para Inés.
Y otro para tí.
Precioso. No digo más
ResponderEliminarEjem, ejem...el beso para tí no lo voy a quitar, que me ha salido del alma. Pero debo confesar que se me ha ido la pinza un poquito: confundí tu blog con otro blog amigo cuyo propietario es...propietaria.
ResponderEliminarMis disculpas.
Es precioso el poema y seguro que está a la altura de tu hija.
ResponderEliminarUn abrazo ...y encantado de haberte conocido.
Fernando, es un placer tenerte por aquí.
ResponderEliminarMi hija, de momento, el poema no lo conoce, solo la madre de la criaturita que, por cierto, se ha emocionado... Si lo llego a saber, no lo pongo aquí.
Un abrazo antileonoraniano.
Rubén, me da mucha alegría podre leerte. La verdad que es un poco duro retomar la actividad diaria. A mí me está costando un mundo adaptarme al ritmo de trabajo y eso que ha pasado más de un mes y medio.
ResponderEliminarTiempo tenemos para leernos.
Un abrazo.
Es cierto, Capitán. Además, un capitán nunca llora.
ResponderEliminarUn abrazo.
P.D.: Fue un placer conocerte "in pectore".
Javier, escuchaba esta mañana una canción del un grupo mejicano llamado La ley en la que se decía que "sin dolor no se hece uno feliz". Creo que vas por ahí. El dolor y el llanto son la consecuencia de la percepción del mundo y del derrumbe de tus propias expectativas. Asumir que el mundo puede llegar a no ser feliz conviene aprenderlo pronto. Lo importante es la actitud con la que ha de afrontarse la vida.
ResponderEliminarUn abrazo
Shandy, trabajo con adolescentes desde hace años y entiendo perfectamente lo que dices. Pero para comprenderlo yo mismo he sido mi propio conejillo de indias. Con los años (a mí me pasa a diario) recuerdas un montón de situaciones y momentos pasados a los que concedes un valor incalculable. Si además esas personas ya no están, pues qué te voy a decir.
ResponderEliminarA mí hija no le he dicho nada porque además me crearía un problema con el hermano. Ella tiene 9 años y él 12, y los celos están todavía muy presentes. Pensándolo bien, tengo escribir algo de él, es lo mejor.
una abrazo
Ventana indiscreta, gracias por tus palabras. Cuando se habla de los hijos es lógico que las emociones afloren (o salgan del horno) solas. En el fondo, creo que el poema es una nana. lo que pretendía era que dejara de llorar y que durmiera tranquila, pero ni ella estaba despierte ni yo se la cantaba.
ResponderEliminarUn abrazo
Mery, muchas gracias. Aunque lo de delicado, no sé yo que decirte.
ResponderEliminarUn abrazo
Julillo, gracias.
ResponderEliminarJuanma, te iba agradecer tu visita tan apasionada, pero con lo que dices luego ya me enfriao.
ResponderEliminarNo te preocupes. De todas formas, el beso iba para mi hija ¿no?
Un saludo
P.D.: Por cierto, Juanma, ¿tú eres el mercurial que huyo del vodka caramelizado?
Alejandro, fue un gusto conocerte. Tuvimos una cena muy divertida con de los remojones armejilleros.
ResponderEliminarUn abrazo
A ver: yo soy el mercurial que no acudió a la cita, pero no fue ninguna huída (y menos del vodka caramelizado). ¿Hubo acaso algún mal pensante pendenciero que dijera algo en este sentido?...Me vangaré.
ResponderEliminarY un besito...jajajaja (ésto se convertirá en costumbre)
Obviamente no me "vangaré", lo dejaré en "vengaré".
ResponderEliminarJuanma, date por besado que no mamado, como diría Diego Armando. Aunque mi madre me decía que no hablara con desconocidos que no tomaran vodka y menos que les diera besos, del tema digital no me llegó a decir nada. Así pues, recibe un casto beso bloguero (y que no se entere mi mujer, que hoy es viernes¡¿?)
ResponderEliminarUn abrazo mercurial a un desconocido que me quiere besar. Ojú, qué fuerte.
Sin palabras...es muy emotivo y realista. Enhorabuena por la sensibilidad!
ResponderEliminarSaludos,
Muchas gracias, Libros gratis, muchas gracias (¡Qué buen nombre!).
ResponderEliminar