22.9.08

Recuerdos / despedida del mar

Agotados –nunca mejor dicho– los días de verano, retomo con indolencia mis obligaciones laborales y “devocionales”. Ha llegado tempranero el otoño y con chistera de mago ha cubierto con un manto nublado el cielo de Sevilla. Pero, como un castigo mitológico, echo de menos las voces del mar, la cadencia eterna de las mareas y, sobre todo, su presencia casi paternal. Tal vez el mar suponga una vuelta a nuestra propia esencia o la búsqueda de una explicación al sinsentido de la vida (¡oh, Juan Ramón, la eternidad!). En cualquier caso, volveré el próximo año a buscarlo con la persistencia de esta lluvia que se cuela por mi ventana.

Sin saber el motivo se me ha venido a la mente este maravilloso poema de José Hierro. Disfrutadlo como un buen vino. ¡Salud!


Despedida del mar

Por más que intente al despedirme
guardarte entero en mi recinto
de soledad, por más que quiera
beber tus ojos infinitos,
tus largas tardes plateadas,
tu vasto gesto, gris y frío,
sé que al volver a tus orillas
nos sentiremos muy distintos.
Nunca jamás volveré a verte
con estos ojos que hoy te miro.

Este perfume de manzanas,
¿de dónde viene? ¡Oh sueño mío,
mar mío! ¡Fúndeme, despójame
de mi carne, de mi vestido
mortal! ¡Olvídame en la arena,
y sea yo también un hijo
más, un caudal de agua serena
que vuelve a ti, a su salino
nacimiento, a vivir tu vida
como el más triste de los ríos!

Ramos frescos de espuma... Barcas
soñolientas y vagas... Niños
rebañando la miel poniente
del sol... ¡Qué nuevo y fresco y limpio
el mundo...! Nace cada día
del mar, recorre los caminos
que rodean mi alma, y corre
a esconderse bajo el sombrío,
lúgubre aceite de la noche;
vuelve a su origen y principio.

¡Y que ahora tenga que dejarte
para emprender otro camino!...

Por más que intente al despedirme
llevar tu imagen, mar, conmigo;
por más que quiera traspasarte,
fijarte, exacto, en mis sentidos;
por más que busque tus cadenas
para negarme a mi destino,
yo sé que pronto estará rota
tu malla gris de tenues hilos.
Nunca jamás volveré a verte
con estos ojos que hoy te miro.
De Tierra sin nosotros (1946)

2 comentarios:

  1. Bravo por la entrada y por el poema de Hierro. Sí señor, aquí hay madera de buen escritor.

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  2. Da gusto sentirse arropado, sobre todo si se está acompañado de un buen jamón. Gracias, Octavio.

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