11.11.08

Mis héroes anónimos

El marco bucólico propio de un barrio marginal de una ciudad periférica (valga la redundancia): desarrollismo atroz, autovías ruidosas, carriles de servicio volcados sobre las aceras, bosques de antenas, hacinamiento, desarraigo secular, indiferencia y anonadamiento colectivo y, sobre todo, político.
Y, en medio de este paisaje, un rayo de humanidad, de belleza pura: Manuel C., síndrome de Down, con la mirada profunda y ensimismada en el rompecabezas de sus quince años, acompañado por la vejez de su abuelo en zapatillas de felpa y por un perrillo milrazas que los defiende de la indiferencia y el olvido.
Juntos, en esta tarde de sombras y ocasos, como quijotes y sanchos, se enfrentan al vértigo injusto de la vida.

1 comentario:

  1. Oh capitán, mi capitán, Dios mío...
    (Blas de Otero siempre tiene un verso a mano para ayudarnos a decir)

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