La alumna se afanaba con torpeza en interpretar la partitura.
–¡Ya sé lo que pasa! –exclamó el profesor como si de un eureka se tratara– ¡Estás pensando únicamente en llegar al final! ¿Es cierto, verdad?
Un sí lastimero tapado por el imperceptible movimiento de su cabeza lo certificó.
–La música no es el final, es lo de en medio, ¿entiendes? ¡Disfruta cada nota, cada acorde, cada instante…!
Con lecturas tan sabrosas como la que nos propones recuerdo los famosos versos del inmortal Kavafis:
ResponderEliminarCuando emprendas tu viaje hacia Ítaca
debes rogar que el viaje sea largo,
lleno de peripecias, lleno de experiencias….
Y si la encuentras pobre, Ítaca no te ha engañado.
Y siendo ya tan viejo, con tanta experiencia,
sin duda sabrás ya qué significan las Ítacas.
Hermosa entrada, Alonso: ya nos tienes acostumbrados.
Y, sin embargo, la música también es su final: el silencio que la sucede, atónito, asombrado.
ResponderEliminarPor supuesto, para llegar a ese silencio musical, "lo de en medio" ha debido disfrutarse. Así en la música como en todo.
Ambos comentáis aspectos del texto que son complementarios: lo que se dice y lo que no se dice. Comparto con Julio la imagen del poeta griego (por cierto, estás fino con las intertextualidades) de la vida como transcurso, como disfrute del momento presente, pero también la idea de Juan Antonio. De hecho, cada vez soy ás consciente de que la literatura es lo que no se dice, lo que tú evocas y recreas.
ResponderEliminar¡Qué gustazo al leeros!
Al menos a mí me gusta mucho la literatura que no se dice...tanto como la que se dice sin decir nada.
ResponderEliminarUn saludo en mi primera visita a tu blog.