Fotografía: Alonso CM. |
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26.1.14
Cantar sabroso
22.5.13
8.12.10
Esther
Hilo de luz
que se hunde en lo hondo
de las estrellas.
(ya sabes, se me olvidó otra vez comprarte algo)
4.2.10
26.1.10
Besos
Son besos, solo besos: cuatro paredes redondas que se unen con física de hierba pisada, ángulos, cuerpos que pierden y recuperan su volumen. Así, como si nada pasara por el hilo invisible -vacío, diría yo- de quienes no perciben la usura de sentirse solos.
Son solo besos, bocanadas de certeza, naufragios de esperanza.
Son solo besos, bocanadas de certeza, naufragios de esperanza.
10.1.10
Robadora
¿Dime robadora
que te mereci?
¿Qué ganas agora?
¡Que muera por ti!
Yo siempre sirviendo,
tú siempre olvidando;
yo siempre muriendo,
tú siempre matando.
Yo soy quien t’ adora,
y tú contra mí;
¿Qué ganas agora?
¡Que muera por ti!
Anónimo: Cancionero de Uppsala.
que te mereci?
¿Qué ganas agora?
¡Que muera por ti!
Yo siempre sirviendo,
tú siempre olvidando;
yo siempre muriendo,
tú siempre matando.
Yo soy quien t’ adora,
y tú contra mí;
¿Qué ganas agora?
¡Que muera por ti!
Anónimo: Cancionero de Uppsala.
17.12.09
Sábanas
En los pliegues de las sábanas blancas se escriben palabras, besos, suspiros, el vértigo soñoliento de sus caderas... Aunque se laven y planchen, mis dedos, como ciegos errantes, leen su caligrafía indeleble, la ortografía impúdica de la noche.
Fotografía: xavi07.blogspot.com/2009_02_01_archive.html
15.11.09
La luz del faro
Tras el éxtasis de los amantes, una barbacana de sueño separa los cuerpos. La realidad cercena punto a punto el pozo profundo de los sentidos hasta recobrar la percepción cotidiana de la existencia.
Es de noche y un faro tartamudeante extiende su lenguaje de luces sobre la negritud informe. Es de noche otra vez.
Miro tu cuerpo silente que duerme con el reflejo parpadeante del cristal marino. Respiras. ¡Cómo respiras! Como si un hilo de olas blancas salpicara tu pecho…
Duermes pensando que la vida se nos va con la fuerza del viento, o de los besos.
Es de noche todavía y la marea de tu piel aún no se ha retirado. Sé que siempre te he querido, siempre, mientras que el faro repita su canto de sirenas y naufragios.
Es de noche y espero que nunca amanezca.
Es de noche y un faro tartamudeante extiende su lenguaje de luces sobre la negritud informe. Es de noche otra vez.
Miro tu cuerpo silente que duerme con el reflejo parpadeante del cristal marino. Respiras. ¡Cómo respiras! Como si un hilo de olas blancas salpicara tu pecho…
Duermes pensando que la vida se nos va con la fuerza del viento, o de los besos.
Es de noche todavía y la marea de tu piel aún no se ha retirado. Sé que siempre te he querido, siempre, mientras que el faro repita su canto de sirenas y naufragios.
Es de noche y espero que nunca amanezca.
27.10.09
Un poema vivo
Pensaba esta mañana escribir acerca de cómo iban las madres que llevan a sus hijos al colegio, pero, por más que lo intentaba, no podía superar la imagen de un poema de Juan Ruiz que una y otra vez interfería en lo que deseaba escribir. Así que me fui a Internet a buscar el texto del maestro y compruebo, no sin sorpresa, que el poema estaba en youtube. Se trata de una versión de Javier Bergia que había sido vista por tan solo 195 elegidos. Siglos más tarde, la voz del Arcipreste se había colado por un agujerillo de la red. Flipante. Alguien al que le gustaba tanto el texto como a mí, lo había incluso cantado.
He de reconocer que, cada vez que leo el poema, más lo disfruto. Es un texto en verso que tiene un indudable valor lírico, narrativo y si me apuráis, teatral.
En él, el bueno de Don Melón expresa sus sentimientos al ver de lejos la belleza de Doña Endrina. Todo lo que tiene pensado se deshace por el nerviosismo que le crea su presencia. Inventa una excusa muy peregrina hasta que finalmente se queda solo con su amada y le expresa su quexura de amor.
P.D.: La exclamación inicial debería guardarse de modo obligado en el Banco de España.
Ay, Dios, e quán fermosa viene Doña Endrina por la plaça
¡Qué talle, qué donaire, qué alto cuello de garça!
¡Qué cabellos, qué boquilla, qué color, qué buenandança!
Con saetas de amor fiere quando los sus ojos alça.
Pero, tal lugar non era para fablar en amores;
a mí luego me venieron muchos miedos e tenblores:
los mis pies e las mis manos non eran de sí señores,
perdí seso, perdí fuerça, mudáronse mis colores.
Unas palabras tenía pensadas por le dezir,
el miedo de las conpañas me façian ál departir;
apenas me conosçía nin sabía por dó ir:
con mi voluntat mis dichos non se podían seguir.
Fablar con muger en plaça es cosa muy descobierta:
a bezes mal perro atado tras mala puerta abierta;
bueno es jugar fermoso, echar alguna cobierta;
ado es lugar seguro, es bien fablar cosa çierta.
«Señora, la mi sobrina, que en Toledo seía,
se vos encomienda mucho, mill saludes vos enbía;
si oviés lugar e tienpo por quanto de vós oía,
deséavos mucho ver e conosçervos querría.
Querian allá mis parientes cassarme en esta saçón
con una donçella muy rica, fija de Don Pepïón;
a todos dí por respuesta que la non quería, non:
de aquella seria mi cuerpo que tiene mi coraçón.»
Abaxé más la palabra, díxel que en juego fablava
porque toda aquella gente de la plaça nos mirava;
desque vi que eran idos, que omne aý non fincava,
començél dezir mi quexura del amor que me afincava.
He de reconocer que, cada vez que leo el poema, más lo disfruto. Es un texto en verso que tiene un indudable valor lírico, narrativo y si me apuráis, teatral.
En él, el bueno de Don Melón expresa sus sentimientos al ver de lejos la belleza de Doña Endrina. Todo lo que tiene pensado se deshace por el nerviosismo que le crea su presencia. Inventa una excusa muy peregrina hasta que finalmente se queda solo con su amada y le expresa su quexura de amor.
P.D.: La exclamación inicial debería guardarse de modo obligado en el Banco de España.
Ay, Dios, e quán fermosa viene Doña Endrina por la plaça
¡Qué talle, qué donaire, qué alto cuello de garça!
¡Qué cabellos, qué boquilla, qué color, qué buenandança!
Con saetas de amor fiere quando los sus ojos alça.
Pero, tal lugar non era para fablar en amores;
a mí luego me venieron muchos miedos e tenblores:
los mis pies e las mis manos non eran de sí señores,
perdí seso, perdí fuerça, mudáronse mis colores.
Unas palabras tenía pensadas por le dezir,
el miedo de las conpañas me façian ál departir;
apenas me conosçía nin sabía por dó ir:
con mi voluntat mis dichos non se podían seguir.
Fablar con muger en plaça es cosa muy descobierta:
a bezes mal perro atado tras mala puerta abierta;
bueno es jugar fermoso, echar alguna cobierta;
ado es lugar seguro, es bien fablar cosa çierta.
«Señora, la mi sobrina, que en Toledo seía,
se vos encomienda mucho, mill saludes vos enbía;
si oviés lugar e tienpo por quanto de vós oía,
deséavos mucho ver e conosçervos querría.
Querian allá mis parientes cassarme en esta saçón
con una donçella muy rica, fija de Don Pepïón;
a todos dí por respuesta que la non quería, non:
de aquella seria mi cuerpo que tiene mi coraçón.»
Abaxé más la palabra, díxel que en juego fablava
porque toda aquella gente de la plaça nos mirava;
desque vi que eran idos, que omne aý non fincava,
començél dezir mi quexura del amor que me afincava.
Juan Ruiz: Libro de Buen Amor. Cátedra.
23.6.09
Llegó el verano
Empieza un periodo del año en el que se vive en la calle y se disfruta de la naturaleza. Pero también es una época de lecturas y de introspección. Para mí es uno de los mejores momentos para leer, especialmente poesía, ya que el ritmo vertiginoso de la vida se amansa.
He iniciado ya este camino con un libro de José Julio Cabanillas que compré en la Feria del libro pasada: Palabras de demora (Renacimiento, 1994). Es un libro no demasiado reciente pero muy hermoso.
Como pienso que los blogs tienen, además, una magnifica función divulgadora, os invito a leer uno de sus poemas.
Aquello que en ti amo, lo que importa,
no encuentra su lugar en mis palabras.
Una rara pasión por los crepúsculos
o las nubes que alzan un ficticio universo
siempre acaban dejando un poso amargo,
y sin calor las manos regresan del poema.
Y tu modo tan correcto de elevar la cabeza, y tantos gestos tuyos
aún siguen aguardando. Se debiera
nombrar un Paraíso y a la vez tu mirada. Si fracaso
habitaré un Infierno silencioso,
allá en los albos limbos de las literaturas.
José Julio Cabanillas: Palabras de demora. Renacimiento, 1994.
He iniciado ya este camino con un libro de José Julio Cabanillas que compré en la Feria del libro pasada: Palabras de demora (Renacimiento, 1994). Es un libro no demasiado reciente pero muy hermoso.
Como pienso que los blogs tienen, además, una magnifica función divulgadora, os invito a leer uno de sus poemas.
Aquello que en ti amo, lo que importa,
no encuentra su lugar en mis palabras.
Una rara pasión por los crepúsculos
o las nubes que alzan un ficticio universo
siempre acaban dejando un poso amargo,
y sin calor las manos regresan del poema.
Y tu modo tan correcto de elevar la cabeza, y tantos gestos tuyos
aún siguen aguardando. Se debiera
nombrar un Paraíso y a la vez tu mirada. Si fracaso
habitaré un Infierno silencioso,
allá en los albos limbos de las literaturas.
José Julio Cabanillas: Palabras de demora. Renacimiento, 1994.
25.5.09
El espino rojo
Enfermo de amor, el espino buscaba la amapola. Presentía su hermosura entre la verdura del río y un inmenso rescoldo de retamas.
A todos preguntaba, pero todos le mentían: “Se la llevó el trigo”, “Se abrazó al olivo”.
Loco de soledad, perdido en la ribera, sintió que sus espinas cortaban la fragilidad de su talle, que moría de muerte, se moría.
Aun así, la amó con los cuchillos del alma, con la amarga savia de sus hojas, hasta que la seda de sus pétalos se tornó oscura.
Hay quien dice que la belleza de la rosa nació del deseo imposible del espino y del rojo ensangrentado de la amapola. Otros, en cambio, cuentan que el aroma fugaz de la rosa recuerda el fragor de la retama, los celos del trigo y la sombra del río.
A todos preguntaba, pero todos le mentían: “Se la llevó el trigo”, “Se abrazó al olivo”.
Loco de soledad, perdido en la ribera, sintió que sus espinas cortaban la fragilidad de su talle, que moría de muerte, se moría.
Aun así, la amó con los cuchillos del alma, con la amarga savia de sus hojas, hasta que la seda de sus pétalos se tornó oscura.
Hay quien dice que la belleza de la rosa nació del deseo imposible del espino y del rojo ensangrentado de la amapola. Otros, en cambio, cuentan que el aroma fugaz de la rosa recuerda el fragor de la retama, los celos del trigo y la sombra del río.
18.5.09
La noche del aguacero
Hace unos días escuché al poeta Félix Grande hablar de la poesía y, en concreto, de la esencia lírica en estado puro que se podía encontrar en las letras flamencas. Él ponía como ejemplo una soleá, una composición popular de 24 sílabas (8a 8- 8a) en la que se condensa un sentimiento, en este caso, los celos. Sin duda, el ejemplo que propuso fue absolutamente magistral:
La noche del aguacero
dime dónde te metiste
que no te mojaste el pelo.
¿Se podría decir más con menos (o con tanto)?
6.5.09
Sabiduría publicitaria
Poco después de despertarnos, cuando ya es posible hablarnos --porque antes somos dos zoombies de serie B-- y antes de despedirnos porque cada uno se va a su trabajo y no nos vemos hasta el mediodía, alguno incia entre dientes la siguiente frase: Si tu vida sexual va bien (que no va)... y el otro responde: lo demás no importa.
Luego, una sonrisa, un beso y un suspiro.
Luego, una sonrisa, un beso y un suspiro.
4.5.09
La servilleta
Hace unos meses escribí algo sobre mi manía de guardar objetos del pasado como un modo de detener el tiempo (Diógenes contra Pepe el Malagueño) y lo personalizaba en una servilleta perdida entre las páginas de mi Sombra del Paraíso, de Vicente Aleixandre. Hoy me la he vuelto a encontrar y no me he resistido a ponerla. Disfrútenla porque es una auténtica maravilla. En una frase (creo que es un octosílabo) se encierra un magnífico poema.
13.3.09
Malas conexiones
Hay días que el decodificador de ONO que nos suministra la señal de televisión se entristece tanto que deja de enviar la señal de audio o de vídeo, según tenga el día.
Entonces, alguno de nosotros ha de levantarse y darle un cariñoso empujón para que se sienta querido y no se olvide de que su vida está unida tanto a nosotros como a un nuevo euroconector instalado hace un mes (otro triángulo amoroso). El anterior euroconector no pudo soportar eternamente la intensidad de su relación digital.
Una vez más, la vida, el amor y los empujones.
P.D.: Lo peor de todo es que ahora tengo que corregir exámenes y me encuentro desconectado.
Entonces, alguno de nosotros ha de levantarse y darle un cariñoso empujón para que se sienta querido y no se olvide de que su vida está unida tanto a nosotros como a un nuevo euroconector instalado hace un mes (otro triángulo amoroso). El anterior euroconector no pudo soportar eternamente la intensidad de su relación digital.
Una vez más, la vida, el amor y los empujones.
P.D.: Lo peor de todo es que ahora tengo que corregir exámenes y me encuentro desconectado.
24.10.08
Dolores
Es cierto que la música se transmite por el aire pero también de boca en boca.
Tal vez fuera en 1982 cuando mi amigo Pepín Cabello me contara que su hermano mayor iba aquella noche de viernes al concierto de Hilario Camacho. Hasta ese día jamás escuché ese nombre pero con el tiempo pude hacerme con un disco suyo (El final del viaje, un clásico de la música española). Como era lógico en esos años de escasez tecnológica, se trataba de un disco cuyo cartón estaba tan gastado como el vinilo que contenía.
Con dieciséis años pensaba que el mundo que no había conocido era un tesoro que debía descubrir y así, sin quererlo, fui conociendo al hoy desaparecido y también olvidado Hilario Camacho.
En la actualidad, gracias a los buscadores de vídeo, rescato “Dolores”, una canción que entonces y ahora me emociona enormemente.
Se trata de una canción “romántica” con la ingenuidad y la sencillez del movimiento hippie que tardíamente llegaba a la España convulsa de la Transición. En ella podréis descubrir una letra diáfana pero muy sugerente de uno de los mejores cantautores (que así se llamaban) del final del siglo XX. De estos cantantes y de su labor (didáctica) en el rescate de la poesía española ya hablaremos otro día.
Dadle al play y tatareadla hasta el final. Merece la pena.
Tal vez fuera en 1982 cuando mi amigo Pepín Cabello me contara que su hermano mayor iba aquella noche de viernes al concierto de Hilario Camacho. Hasta ese día jamás escuché ese nombre pero con el tiempo pude hacerme con un disco suyo (El final del viaje, un clásico de la música española). Como era lógico en esos años de escasez tecnológica, se trataba de un disco cuyo cartón estaba tan gastado como el vinilo que contenía.
Con dieciséis años pensaba que el mundo que no había conocido era un tesoro que debía descubrir y así, sin quererlo, fui conociendo al hoy desaparecido y también olvidado Hilario Camacho.
En la actualidad, gracias a los buscadores de vídeo, rescato “Dolores”, una canción que entonces y ahora me emociona enormemente.
Se trata de una canción “romántica” con la ingenuidad y la sencillez del movimiento hippie que tardíamente llegaba a la España convulsa de la Transición. En ella podréis descubrir una letra diáfana pero muy sugerente de uno de los mejores cantautores (que así se llamaban) del final del siglo XX. De estos cantantes y de su labor (didáctica) en el rescate de la poesía española ya hablaremos otro día.
Dadle al play y tatareadla hasta el final. Merece la pena.
12.10.08
Estío-juventud (Manuel Machado)
Sin avisar, han llegado las primeras lluvias del otoño. La luz ha cambiado y los días se hacen más cortos. Aunque el otoño es mi estación del año favorita, este año el verano me ha sabido a poco. ¡Me resisto a que se vaya! Por ello, hoy propongo un soneto modernista –o, al menos, eso creo. Espero que Juan Antonio me lo confirme– de don Manuel Machado que ilustra magníficamente la esencia del verano que no quiero peder. Ahí va.
Estío-juventud
Calentura del año, plenitud de la vida,
verdor del alma y gloria de la vega…
Ciega
locura encendida.
Verano, juventud, orgía de colores.
¡Vivo carmín del labio sediento!...
Violento
rojo de los claveles embriagadores.
…Y mientras aquí
Amor pronuncia su sí
–bemol–,
la verde laca del laurel
chorrea –como miel–
la luz del sol.
Manuel Machado
Estío-juventud
Calentura del año, plenitud de la vida,
verdor del alma y gloria de la vega…
Ciega
locura encendida.
Verano, juventud, orgía de colores.
¡Vivo carmín del labio sediento!...
Violento
rojo de los claveles embriagadores.
…Y mientras aquí
Amor pronuncia su sí
–bemol–,
la verde laca del laurel
chorrea –como miel–
la luz del sol.
Manuel Machado
17.9.08
Papiros mágicos (Aurora Luque)
Os presento hoy un intensísimo poema procedente de un libro que recientemente he leído llamado Carpe amorem, de la almeriense Aurora Luque (Renaciemiento). Aquí la pasión amorosa o, mejor dicho, la posesión amorosa es el tema central del poema. Se trata de un texto que a nadie deja impasible. Espero vuestras opiniones.
«Haz que esté aterrorizada, que vea
fantasmas, insomne por la lujuria
y el afecto hacia mí»
Papyri Magicae Graecae VII, 888-9.
–VENGO del mar. Las olas, serviciales,
se han llevado su nombre y sus cabellos
en la lámina blanca de estaño que grabé
con un clavo de barca roída en un naufragio.
Los dioses son leales: han oído mi súplica.
Él, con la gracia fresca de los gestos
primeros del amor, ha cortado su rizo tan oscuro
como primicia amante y generosa
y yo le he sonreído al recogerlo.
No sabe qué venganza negocié con la diosa
si aquieta su deseo, si abandona mis brazos:
que la Muerte le clave poco a poco
en la espalda sus uñas purulentas,
que el Espanto le abra los ojos en la noche,
su corazón se ahogue perforado de espinas,
su pecho se agusane de terror y miseria
y se corrompa el jugo tan dulce de su boca.
Y que nunca el Deseo vuelva a hablar por sus ojos
como me ha hablado a mí y a mi pobre locura.
Aurora Luque: Carpe amorem. Renacimiento, p.111.
DE LOS PAPIROS MÁGICOS
«Haz que esté aterrorizada, que vea
fantasmas, insomne por la lujuria
y el afecto hacia mí»
Papyri Magicae Graecae VII, 888-9.
–VENGO del mar. Las olas, serviciales,
se han llevado su nombre y sus cabellos
en la lámina blanca de estaño que grabé
con un clavo de barca roída en un naufragio.
Los dioses son leales: han oído mi súplica.
Él, con la gracia fresca de los gestos
primeros del amor, ha cortado su rizo tan oscuro
como primicia amante y generosa
y yo le he sonreído al recogerlo.
No sabe qué venganza negocié con la diosa
si aquieta su deseo, si abandona mis brazos:
que la Muerte le clave poco a poco
en la espalda sus uñas purulentas,
que el Espanto le abra los ojos en la noche,
su corazón se ahogue perforado de espinas,
su pecho se agusane de terror y miseria
y se corrompa el jugo tan dulce de su boca.
Y que nunca el Deseo vuelva a hablar por sus ojos
como me ha hablado a mí y a mi pobre locura.
Aurora Luque: Carpe amorem. Renacimiento, p.111.
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