Contaba en algún sitio la viuda de José Hierro que el poeta huía de la algarabía de sus hijos y se recluía en un bar cercano para poder escribir. Con el tiempo y cuando sus hijos se hicieron mayores, necesitaba de la atmósfera de un bar o una cafetería para concentrarse.
Probablemente gran parte de la mejor literatura española (y abertzale) nació allí. Entre cafés, copas y cigarros se parieron versos inolvidables, personajes de ficción, reflexiones e ideas para sus obras.
Desde este humildísimo blog pongo la primera piedra para reivindicar que la SGAE (que nada ya en la abundancia con tan tasa de cedés y "deuvedeles") ceda el 0.7% de sus beneficios al gremio de bares, pubs, cafeterías y tabernas varias en justo pago a su olvidada labor en la defensa de nuestras letras y del arte en general.
He dicho.
¿A los clubs nocturnos no, con la enorme aportación que hacen a las letras universales de todos los tiempos? Ay, si los Machado levantaran la cabeza...
ResponderEliminarComo nos dividamos en disensiones nacionalistas de corte divergente e insolidario, mal empezamos.
ResponderEliminarLas cuestiones relativas a la "mística de la carne" van por otra ventanilla, ya sean diurnas o nocturnas.
Si por lo menos la queridísima (como diría Carmen Sevilla) SGAE se limitase a no cobrar impuestos por poner música a los baretos, tabernas, buhíos y otros tugurios, ya sería algo.
ResponderEliminarEs cierta la amplia tradición de literatura (creativa o deliberativa) tabernaria, ¿Quién no ha escrito en alguna servilleta "te quiero, te lo he dicho con..."?