El mecanismo es conocido: Te sitúas frente al mar (da igual la postura) y un engranaje de evocaciones eleva hasta lo alto palabras de otros –fingidas o no- que hablan de eternidades, de muerte, de belleza o de violencia. En beneficio de la ecología literaria vigente deberíamos reprender a los viejos poetas. Nos engañaron mostrándonos el tinte de los cielos disuelto en la nada, el plástico quemado de las olas encerrado en el vano maloliente de una caracola.
Mar, como he hecho en mil sitios, te miro a la cara y solo apartas tus ojos estrábicos. Tu flequillo torcido ya no esconde evocaciones falsas. No hay nada tras de ti, solo vacío, ecos de otros: mentiras mojadas en cajas de pescado.
No son iguales todos los mares:
ResponderEliminarLos hay revueltos.
Los hay limpios e inmaculados.
Los hay muuuuuuuuuuuuy tranquilos.
Los hay de espejo..........la variedad es tannnnn grande y sensacional,que poniendo adjetivos ,se acaba su magia.
Es mejor verlos pensando en su inmensidad, no en lo que tienes delante.Que suele ser toda la basura.AnónimoE.
Gracias por tu optimismo, mi anónima E. hay días (o estaciones) en las que se ve todo negro.
ResponderEliminarUn besazo