Tan solo una raza valerosa como la mía, un temperamento tan
acerado, una presteza tan encomiable… para pulsar un botón rojo.
Una deflagración se sucederá a este acto tan heroico como
necesario.
Luego un fundido en negro: la nada en nuestras existencias, la
realidad mordiendo los hígados de la virtualidad, la voz aniquilando a la
máquina:
-¿¡Quieres
apagar ya la televisión!?
Ja, ja, ja. Hacía tiempo que el final de un micro no me sorprendía. Enhorabuena.
ResponderEliminarGracias, Fernando. A veces los micros no hay que buscarlos muy lejos. Están delante de nosotros.
ResponderEliminarUn abrazo