Sentado en
la bancada de estribor, llevado por la brisa templada del río y extasiado por el
aroma de un capuchino hirviente que parecía salido de las mismas sentinas del
barco, me dejaba ir mientras el “Corrib
Princess” surcaba las aguas con
ritmo lento y cansino.
Un paisaje jalonado
de riberas y casonas de hiedra parecía dar otra
vuelta de tuerca al objetivo de mi cámara. Justo de allí, de entre el sopor
de la “hora sexta” y la verdura, una figura burlona -yo diría que fantasmal-, semejante
a una imagen antigua extraída de un cuadro holandés (o tal vez inglés), se
atrevió a sonreírme a modo de déjà vu.
--A este payo lo he visto en algún
sitio. No me fío. Si ha salido de un cuadro que ahora soy incapaz de recordar,
¿qué pretende? ¿De qué se ríe? ¿Acaso se trata de una rebelión de recuerdos?
¿Un 15-M del olvido que me ha hecho la 13-14 en un barco fluvial a la hora de
la siesta aprovechando que no puedo fumarme un Chester porque es de madera? ¿Pero
de qué se ríe este tío? ¿Y el perro? ¿Es real? Creo que sí, que también estaba
en el cuadro. ¡Pero cuánto tarda el café! Me estoy desesperando con esa sonrisa
entre las comisuras… ¿Cuánto queda para que este fantasma julandrón abandone
su aura blanca entre los mortales y regrese a su castillo en ruinas?
Buenísimo el "cuadro". Y la descripción no le va a la zaga.
ResponderEliminarUn abrazo.
¿Entonces tú también lo lees? ¿También se ríe de ti'
ResponderEliminarGracias, Fernando.
Pintoresco fantasma y su fiel amigo ... hasta me parece amigable .
ResponderEliminarSaludos sin miedo
No da miedo a simple vista, pero si lo imaginas podría dártelo.
ResponderEliminarUn saludo, Rosna.