Huerto
Al sol, las páginas eran transparentes. Él estudiaba, leía perdido en dios sabe qué. Tú te entretenías jugando, viviendo con tesón de hormiga. Vivíais, vivíais con hermandad de sangre y fe: dos hermanos unidos por el destino, cosidos en el alma, ajenos a los ojos de aquella higuera.
Amigo, sigo el rastro de tus letras, aunque desde hace tiempo tenga poco tiempo para comentarlas.
ResponderEliminarUn abrazo.
Me gustan los ojos de sombra, los ojos de leche que tiene la higuera.
ResponderEliminarMe gusta la sombra de sus ojos.