Una atardecer de primavera de hace unos años, mi amiga Paqui Noguerol, absorta ante el espectáculo visual que ofrecía el cielo de Sevilla, recitó unos versos de J.L. Borges que me resultaron absolutamante sugerentes. Con el tiempo intenté conocer el poema completo, pero sin suerte. Solo he podido rastrear en la red una cita de Antonio Burgos. Una pena. Por ello, me atrevo a pediros noticia de dicho poema. Este es el único rastro del “delito” poético: “en el cóncavo azul de la mañana”.
No sé si es este. En cualquier caso, sé que te gustará, amigo.
ResponderEliminarEl formato, ya sabes lo que pasa...
Lo han despojado del diverso mundo,
de los rostros, que son lo que eran antes.
De las cercanas calles, hoy distantes,
Y del cóncavo azul, ayer profundo.
De los libros le queda lo que deja
la memoria, esa forma del olvido
que retiene el formato, no el sentido,
y que los meros títulos refleja.
El desnivel acecha. Cada paso
puede ser la caída. Soy el lento
prisionero de un tiempo soñoliento
que no marca su aurora ni su ocaso.
Es de noche. No hay otros. Con el verso
debo labrar mi insípido universo.
Hasta a mí me ha gustado, aunque no sea el que buscas...
ResponderEliminarYa tengo blog, cariño. Si te apetece, allí nos vemos
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