25.2.09

Días azules

Ahora que se cumplen setenta años de su persona, de su poesía, de aquel último verso, no puedo dejar de recordar el azul de mi infancia. Tal es el poder evocador de las palabras.
Son imágenes que, pese al tiempo, permanecen nítidas en mi retina, como si las llevara puestas en algún sitio del alma, o de lo que sea: aquel cielo, aquellas nubes de algodón (permítaseme el lugar común), aquellos vencejos tejiendo líneas de primavera, aquel azul que fue entonces nuevo para mí, como aquel arco de la vida que se extiende entre la vida y a la muerte, entre lo que empieza y lo que acaba.
Supongo que los azules serán distintos, pero en esencia idénticos: intensos, eléctricos, arcádicos, de abril, de mayo, de junio…
Tal vez, el cielo que Machado vio en Collioure fuera el mismo azul frío de febrero que se llevó a mi padre, o aquel azul azul de los besos prohibidos en el parque… da lo mismo.
Setenta años después, el sol de la infancia sigue iluminando los días azules de la vida.

3 comentarios:

  1. Los paraísos de la infancia suelen venir en nuestro axilio, amigo.
    Cuando te pones lírico eres estupendo...

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  2. Yo debo decir que me aficioné a la poesía cuando un cura amigo mío se puso a recitarme a Machado. Me di cuenta de que yo había venido al mundo para intentar escribir cosas tan hermosas como ésa. Un abrazo

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  3. Muchas gracias a los dos, especialmente a Jesús por su llegada a este blog. Espero leerte en más ocasiones.

    En cuanto a Juan Antonio, te voy a nombrar "el mejor lector del blog 2009".

    Un saludo

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