Fotografía: Alonso CM. |
28.5.14
21.5.14
De cómo un profesor refiere a un alumno recién llegado qué cosas acaecieron en aquella inhóspita y desangelada escalera de instituto
Por esta escalera que
ves, imberbe muchacho, se descubrieron (con impúdico soslayo) culos redondos e
ingrávidos que, salpicados de cómplices sonrisas, bruñeron la aspereza de los
peldaños.
En este mismo lugar
subieron, sin que nadie lo advirtiese, miles de besos volanderos.
Aquí, cientos de
Orfeos regresaron sus ojos al desdén del olvido y, allí, anónimas Tisbes agujerearon
las paredes con lacónicos suspiros.
En estos escalones,
páginas de un gastado manual, escribieron iniciales que se alzaron como
cometas, palabras que prometieron el futuro y flechas que sangraron los cielos.
De aquellos amores
erráticos, joven muchacho, solo queda el turbulento río de la adolescencia
precipitándose sobre las barandas del tiempo.
15.5.14
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